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martes, 18 de septiembre de 2012

CARRIÓN Y SU CORPUS CHRISTI.


CARRIÓN Y SU CORPUS CHRISTI.
Aún cuando son muchas las festividades y celebraciones que tienen lugar en la ciudad jacobea de Carrión de los Condes (Palencia), la única que disfruta de un reconocimiento oficial desde 2007 es la fiesta religiosa católica del “Corpus Christi”. En ocasiones fastidia mucho llegar a un sitio, dispuesto a conocer sus tradiciones, monumentos o lo que sea, y encontrarte que nadie te sabe explicar nada mínimamente creíble o refutadamente documentado. Ya sólo te queda la opción de la leyenda, y los tiempos inmemoriales de “Mari Castaña”, “Los Franceses” o de época “de los moros”. En este caso, al ser una fiesta cristiana, el imaginario popular interpreta que no procede llevarlo más allá, ya que no resultaría muy creíble. También es cierto, que la verdad pocas veces le importa al turista, e incluso en ocasiones mucho menos al local.
El caso es que oyendo alrededor lo que se comentaba de las ahora famosas alfombras florales del Corpus Christi de “la ciudad de los Condes”, me di cuenta de cómo hemos sido capaces de reinventar una fiesta religiosa y manifestación pública de Fé Católica, Apostólica y Romana, y reconvertirla en una atractivo turístico más. Pero cabe preguntarse: ¿Desde cuando?, ¿cómo? y ¿quién? inició esta tradición de las ahora reconocidas alfombras florales carrionesas.
La hemeroteca no nos da más pistas que las de la última década y poco más. Pero como quienes iniciamos esta tradición aún vivimos y somos relativamente jóvenes, algunos ya cercanos a los cuarenta, para que quede constancia he decidido plasmarlo en estas líneas que quiero sirvan para reconocer el trabajo y la idea de: Ana Belén del Río, los hermanos Pedro y Mª Belén Diez junto con su prima Isabel Martínez, los hermanos Mirian, Gema y Oliver Hernández, Mª del Carmen Revilla, Ana Guerra, Cristina Sánchez y yo mismo, Enrique Gómez. No quiero con ello olvidarme de quienes en los primeros años nos apoyaron: Rosario Nuñez y su madre Rosario Pérez, Orencia García Garrido y su hijo José Luis Alonso Garrido. También quiero que quede constancia de quién fue el primero en “copiarnos la idea” y trasladarla a la puerta de su casa, Jesús Durantez Mateo, conocido por todos cariñosamente como Jesús “el carbonero”. Él fue el primero en hacer la segunda alfombra y por mimesis a lo suyo o a lo nuestro, eso da igual, surgió el resto, fruto exclusivamente de la colaboración desinteresada de todos. En realidad la idea no era nuestra, todo surgió en 1989 tras una tarde de juegos en casa de Julián Hernández y después de ver un documental sobre la misma tradición en La Orotava.
La Historia es el espejo del pasado y quien olvida el pasado está condenado a repetirlo. Para lo malo es fácil, para lo bueno pueden pasar siglos sin que situaciones similares se repitan y nunca serán iguales. No vamos a hacer ahora un desarrollo de la fiesta del Corpus Christi en Carrión de los Condes desde el siglo XIV hasta nuestros días, tan sólo nos vamos a ocupar de ella en el último tercio del siglo XX, momento en el cual se configura tal y como la conocemos hoy. Dice el refranero popular: “Tres Jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. La celebración de esta fiesta es el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés. Es decir el Corpus Christie se celebra sesenta días después del Domingo de Resurrección. Así se celebró como en toda España esta fiesta, hasta que en 1989, un acuerdo entre la Conferencia Episcopal Española y el Gobierno de la Nación, supuso el traslado de la festividad al domingo siguiente, pasando por ello “el jueves que reluce más que el sol” a ser un día laborable más. Con dicho traslado surgió en algunos lugares la polémica, especialmente donde era la festividad local más importante, y sobre el cambio se emitieron diferentes opiniones e informaciones en los medios de comunicación. Hoy puede parecer algo baladí, pero en la España de finales de los ochenta del siglo XX y en un medio rural tradicional, católico y conservador como era Carrión de los Condes, suponía todo un cambio.
Nosotros comenzamos nuestra primera alfombra en 1989, coincidiendo con el cambio de día: el jueves por el domingo. La ubicamos frente a la Farmacia de Doña Oren, en la Plaza del Generalísimo Franco. El primer año participamos: Ana Belén, Pedro, Mª Belén, Isabel, Mirian, Gema, Oliver, Mª del Carmen, Cristina y quien redacta estas líneas. Enseguida pasó por allí Rosario Pérez, que iba a la Farmacia de Doña Oren. Al volver a casa, nos mandó a su hija Rosario Nuñez con un gran ramo de flores para que lo usáramos, ya que la había emocionado aquella “idea de los chiguitos”. Al igual que Rosario, Orencia García llamó a su hijo José Luis y le pidió que nos diera verde de su patio. Pronto apareció igualmente Jesús Durantez, que no dejaba de mirarnos y disfrutar con lo que veía.
Allí hicimos la alfombra durante unos años, pero los estudios, los trabajos y la vida misma disgregaron nuestro grupo inicial y como el germen de la tradición actual estaba prendido, cada uno realizamos alfombras en el tramo que más nos apetecía, puesto que el tramo de la Plaza del Generalísimo y la “Calle de la Rúa” (en realidad entonces y ahora de José Antonio Primo de Rivera, aunque nunca la llamamos así), era el más lucido en trabajo y pronto contó con mucha colaboración en su ejecución. Así sin una organización concreta, el recorrido se comenzó a delimitar por calles, cuadrillas de amigos o colaboradores y algunos de nosotros dejamos nuestro tramo inicial en la Plaza del Generalísimo y lo cambiamos por el tramo de Santa María, para ayudar a Lourdes Urbaneja y a sor Trini Díez Gil. Deseábamos entonces que la alfombra llegase hasta la muralla, alargando cada año un trozo más de la misma que habíamos empezado a hacer desde donde acababa la de Jesús “el Carbonero”.
Los diseños de alfombras de Lourdes Urbaneja frente a Santa María eran todos muy interesantes, cada alfombra con un lema o representación relacionada con el lema litúrgico de ese año, que poco o nada tienen que ver con las simples alfombras actuales de motivos geométricos. Igualmente surgió entonces en San Andrés un grupo de gente que se encargó del tramo inicial del recorrido. Este era el llamado “grupo de las Gallegas”, que realizaba igualmente los mejores diseños y más vistosos, venidos de la mano de Jesús de Aza. Así surgieron de sus manos el escudo de la localidad, el de la Asociación del Camino de Santiago y un largo listado de vistosos motivos. El tramo de Santa María, al ser muy amplio, cada año suponía un reto mayor y aunque había colaboradores de sobra, sor Trini siempre nos pedía ampliarlo más y más. Aunque como todos, ella tiene sus detractores y defensores, es justo reconocer que gracias a ella, bien por filia o por fobia, fueron surgiendo más y más metros de alfombra. Siempre se le dejaba para ella el último tramo y ella se encargaba de generar un grupo de personas que posteriormente “le daban la espalda”, aunque seguían haciendo ese tramo. Así posteriormente sor Trini ocupaba el tramo inmediatamente siguiente sin desanimarse y logrando con ello su objetivo: ampliar el tramo de alfombra. ¡Justo es reconocerlo también!. Gracias a su empeño se consiguió ocupar un tramo de la carretera, al principio unos escasos seis metros y actualmente toda ella hasta la rontonda. Además se le ocurrió incorporar a las alfombras el café, algo fácil de mantener y que le suponía menos trabajo que las flores. Aunque ella ya no está en Carrión para dar sus llamadas de atención, voces o gritos más o menos modélicos, quienes la conocimos en pleno auge la añoramos.
Tras la restauración del Carro Triunfante del siglo XVIII por Francisca Romero Abajo, durante unos años se me encomendó el adorno floral del mismo, participando igualmente en la realización de las alfombras florales del último tramo del recorrido tan distante del punto inicial donde nuestra aventura comenzó en 1989.
Con la declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional en 2007, está visto que la fama la ponen los demás, por mucho que la fiesta tenga méritos propios. Llegamos a nuestros días y esta fiesta no sólo se mantiene, sino que incluso se enriquece con incorporaciones más o menos acertadas de danzantes, maceros, reposteros, … De aquella primera alfombra, fruto de cómo por Carrión se dice: “un juego de chiguitos” que se inició en 1989 después de haber estado jugando en casa de Julián Hernández y haber visto en la televisión un reportaje sobre las alfombras de la Orotava, hemos pasado a una Fiesta de Interés Turístico Regional. Muchas gracias a quienes lo iniciaron, pero aún más a quienes lo mantienen y se lo pasan a las generaciones futuras.
Enrique Gómez Pérez, Licenciado en Historia del Arte.