
Esta devota imagen de vestir del siglo XVII, presidió el retablo mayor de la iglesia de San Francisco hasta los años setenta del siglo XX, momento en el cual inicó un peregrinar que la ha llevado a la ermita de la Piedad, llegando en los años noventa del siglo XX a estar retirada del culto. Restaurada y recuperada durante la celebración de la exposición Iconografía Mariana: La Inmaculada (2004), fue expuesta en la misma, aunque no entró en su catálogo. Desde entonces ha vuelto a ser recuperada para el culto en la iglesia de Santa María, aunque unicamente se la puede ver en su esplendor durante la novena en su honor.